COFRADÍA DEL SANTÍSIMO CRISTO DE LA EXPIRACIÓN (EL SILENCIO).

El silencio de un tambor anuncia la muerte de Jesús – «El Silencio»

Recogimiento, penitencia y dolor. Es «El Silencio» de una noche de penumbra, en la que las calles de Almuñécar se descubren al Santísimo Cristo de la Expiración abriéndole las puertas del cielo, tras su muerte en la cruz. La cofradía sexitana iniciará su estación de penitencia el Miércoles Santo en un desfile en el que el municipio se rinde a la imagen.

Se creó bajo el nombre del Santísimo Cristo del Rescate allá por el año 1956. Un nombre que recibió de sus propios fundadores residentes en ese barrio de Almuñécar. Salió a la calle un año después, ya con otro nombre, por el que sería conocido ya para siempre: el del Santísimo Cristo de la Expiración. Días antes de su salida procesional en la Semana Santa sexitana, la camarera mayor de la cofradía donó la imagen del Cristo, que, debido al paso de los años y al deterioro de la talla, ha tenido que ser restaurada en diversas ocasiones.

El trono es de madera de cedro, iluminado por cuatro hachones, y de dimensiones reducidas por exigencias del recorrido. Y es que el itinerario del Cristo del Silencio, como es conocido popularmente en el municipio, se realiza por el casco antiguo, con calles estrechas y pendientes pronunciadas. El estandarte, identificativos de la hermandad, es de terciopelo negro bordado en oro con el rostro del Cristo hecho por las madres adoratrices de Málaga. Los penitentes llevan también túnica negra y cinturón de esparto, como signo del recogimiento que representa. Durante la procesión, el desfile al paso del Cristo ya muerto tan sólo es acompañado por el sonar de dos tambores sordos, uno delante con la Cruz de Guía, que será renovada para el próximo 2011, y otro delante de Jesús, anunciando a todo aquel que se cruza que se está acercando a ellos, «ya llega El Silencio».

Es una de las escenas más representativas de toda la Semana Santa y de las más veneradas por el pueblo, que ese día se lanza a la calle como un cofrade más en silencio, con los pies descalzos, colgando unas cadenas, cumpliendo así alguna promesa solicitada al Rey de los Cielos. Mientras tiene lugar el desfile procesional del Santísimo Cristo de la Expiración, se apaga el alumbrado público, siendo la única iluminación la de los cirios que portan los penitentes que desfilan a lo largo de todo el recorrido. Penumbra a la que sigue el más absoluto silencio y recogimiento del cortejo.

Ningún año, aseguran desde la hermandad, la luna quiere perderse al Cristo, creando sombras sobre las paredes de las calles del barrio de San Miguel, subiendo envueltos en una atmósfera llena de solemnidad, fervor y emoción. El humo de las bengalas que encienden los penitentes en la subida a dicho barrio crea, además, un ambiente en el que el cielo parece abrirse de arriba a abajo, para que Dios pueda recibir a su Hijo.

Almuñécar se prepara ya para acoger en sus calles a esta imagen, que desde hace años recorre las calles de la localidad el Miércoles Santo. Sin muchas novedades, la Cofradía del Santísimo Cristo de la Expiración afronta una nueva etapa con la renovación de la junta de gobierno de la hermandad y la elección de un nuevo hermano mayor, que desde hace unas semanas ostenta Antonio Guirado Castillo, con 36 años de trayectoria en esta cofradía.

Más de 200 almuñequeros acompañan a la hermandad en su salida procesional cada año, envueltos en negro luto, silencio y fervor.